Sopas de ajo

Las sopas de ajo son un plato humilde pero lleno de tradición, especialmente en regiones como Aragón y Castilla. Conocidas también como sopa castellana, su origen se remonta a tiempos antiguos, cuando los campesinos preparaban platos sencillos y reconfortantes con ingredientes básicos. A día de hoy, sigue siendo un referente de la cocina española, ideal para los meses fríos del año.

Lo que hace especial a la sopa de ajo es su sencillez. Sus ingredientes principales son pan duro, ajo, pimentón, agua o caldo, aceite de oliva y, en muchas ocasiones, huevo escalfado. A pesar de su modestia, su combinación de sabores resulta deliciosa y reconfortante.

El secreto de una buena sopa de ajo está en sofreír los ajos laminados en aceite de oliva, añadir pimentón para darle ese característico color rojizo y luego incorporar el pan para que absorba todo el sabor. Un buen caldo potencia su intensidad, y el toque final puede ser un huevo que se cuaja directamente en la sopa, aportando cremosidad.

Además de su sabor, las sopas de ajo tienen un fuerte valor cultural. En muchas casas, se sirven como reconstituyente tras un día frío o incluso como remedio casero contra resfriados. También es un plato típico en Semana Santa y otras festividades.

En definitiva, las sopas de ajo son un ejemplo de cocina tradicional que ha perdurado a lo largo del tiempo. Su combinación de ingredientes sencillos y su capacidad para reconfortar el cuerpo y el alma hacen que sigan siendo una opción perfecta en cualquier mesa española. ¡No hay mejor manera de entrar en calor!